domingo, 11 de abril de 2010

El Santo Sudario

Miles de peregrinos ya desfilan frente al Santo Sudario en Turín

La tela de lino en la que habrían envuelto el cuerpo de Cristo tras la crucifixión comenzó a exhibirse al público. La exposición en la basílica San Juan Bautista durará seis semanas y calculan que será visitada por entre dos y tres millones de personas. Doce mil peregrinos vieron desde el atardecer de hoy en la catedral de Turín al Santo Sudario, que según la tradición católica envolvió al cuerpo de Cristo hasta la resurrección. La tela de lino de 4,42 metros de largo por 1,13 metros de ancho, tejida a "espina de pez", es la "reliquia de las reliquias" del mundo católico. La más importante, misteriosa y controvertida. Durante seis semanas se estima que entre dos y tres millones de fieles entrarán a la basílica de San Juan Bautista a contemplar la Síndone (sábana en griego) y hacer conjeturas sobre sus muchos misterios.

El Santo Sudario - 1ª Parte

El primero es el de la autenticidad. Los que sostienen que efectivamente se trata de la sábana que sirvió de mortaja para envolver el cuerpo de Cristo, señalan que en el lino están todas las huellas del Calvario y la crucifixión que describen los Evangelios. Pero en 1988 un análisis con el método del Carbono 14 realizado por tres laboratorios de fama mundial arrojaron un resultado negativo: la antigüedad del Santo Sudario fue situada entre 1260 y 1390. Un falso medieval. El cardenal Antonio Poletto, arzobispo de Turín y custodio de la Sabana Santa que desde 1578 se encuentra en la capital del Piamonte, dijo que "la fe no necesita de la Síndone", pero que la autenticidad del lino, si la ciencia la confirmara, "reforzaría su valor religioso". La reliquia "refleja el sufrimiento de Jesús que refleja el sufrimiento del mundo", dijo Poletto. La ostensión se realiza diez años después de la del Jubileo del año 2000. Quienes sostienen la autenticidad de la tela afirman que las pruebas al carbono estaban contaminadas y que en las huellas del Santo Sudario hay pruebas de que se trata de una tela de lino de la época de Cristo.

El Santo Sudario - 2ª Parte

El Sudario no puede ser una falsificación. Esta fue una afirmación del profesor Max Frei, criminólogo Suizo, botánico, palinólogo y Director del Gabinete Científico de la policía de Zurcí, y Perito de la INTERPOL. Inclusive, los científicos de la NASA trabajaron con todos los adelantos de la ciencia para confirmar la autenticidad de la época del Sudario y de la imagen gravada con sangre del crucificado, cumpliendo de esta forma su propio destino, el de ser el único testigo auténtico del suplicio y del sufrimiento padecidos por el hombre que envolvió en sus pliegues. Se dice en una leyenda que Gamaliel, su hijo y Nicodemo, habían recogido el Sudario y puesto en un seguro escondite del cual sólo María Magdalena y Simón Pedro conocían. Hasta el siglo IV de nuestra era no se sabe nada del Sudario que parece perdido. En el siglo X en Sudario aparece en Constantinopla donde se le venera y desaparece nuevamente durante el saqueo de Constantinopla de la iglesia de Santa María de blacherne, en cuyo altar se veneraba y conservaba el Santo Sudario. En el año de 1353 quince décadas después aparece en Lirey, Francia bajo la propiedad de los Condes de Charny, quienes lo conservaron hasta el año 1452 donde atrajo multitudes que lo veneraron. Un nuevo cambio de rumbo lleva el Sudario en 1518 a los Duques de Borgoña en Francia.

El Santo Sudario - 3ª Parte

Un 3 de diciembre de 1532 un violento incendio estuvo a punto de destruir el sudario y dejó en él huellas indelebles. Por el intenso calor una gota de plata derretida proveniente de la urna que lo contenía cayó en uno de los ángulos de la tela, provocándole daños irreparables, más la imagen que llevaba impresa no fue dañada. En el mes de septiembre de 1578 el manto es trasladado a Turín, Italia y depositado en la Capilla de San Lorenzo y a la fecha está depositado en su propia capilla del Santo Sudario, en la Catedral de San Giovanni. En sí, el Sudario es un mapa humano que presenta una doble imagen, frontal y dorsal del cuerpo del hombre que envolvió. En la impresión se determina claramente una excoriación muy grande y magullada sobre su hombro derecho, por haber transportado prolongadamente un pesado objeto de madera rugosa, sin pulir. El cuerpo que envolvió tenía heridas graves, llagas abiertas como labios ensangrentados, magulladuras consecuentes de golpes que fueron asestados con precisión y de forma sistemática. Marcas profundas de latigazos en ambas partes del cuerpo –dorso y espaldas- y en las pantorrillas; excoriaciones profundas en la frente y en el cráneo heridas semiprofundas alrededor de la cabeza, por la imposición brutal de objetos puntiagudos y afilados penetrantes en su cuero cabelludo, y en la cintura mucha sangre; [en libros antiguos se habla de latigazos en los testículos que posiblemente pudieron reventarlos con gran dolor]; herida profunda en la planta del pié derecho, todos signos del más cruel tormento. Siete lesiones en su cara son visibles en la impresión en sangre del sudario: Sobre el arco de ambas cejas tumefactas, una hinchazón bajo el ojo derecho por fuerte golpe de revés. La nariz hinchada, el hueso de la nariz ligeramente desviado hacia la izquierda que por el golpe recibido se pudo haber desprendido bajo la piel el hueso nasal y su cartílago, por violento golpe asestado con gran fuerza, con un objeto contundente y grueso como un tremendo bastonazo impactado en su nariz. Según las leyes de Sanedrín, los castigos eran de 39 latigazos, no así la ley romana que eran sin fin, propiciados hasta la muerte, cuando era muy grave la falta.

El Santo Sudario - 4ª Parte

La flagelación que recibió Cristo provocó heridas que pusieron en carne viva su piel. Una interminable lluvia de golpes sobre la víctima que estaba atada a un pilar recibiendo sistemáticamente golpes de dos verdugos, a su diestra y siniestra. Uno con una correa de cuerpo en cuyas puntas de ataban bolitas de plomo que provocaban contusiones y tumefacciones muy grandes; el otro, con una correa de cuero en cuyas puntas se ataban huesitos de cordero o astrálagos, que al caer con fuerza en la piel causaban dolores de incalculable suplicio, encaminados hacia el martirio y la muerte. Presentaba un corte profundo en la muñeca izquierda; otra, de bordes abiertos en el tórax, costado derecho, donde penetrara un objeto punzante, método utilizado para dar el golpe final al moribundo. Todos nosotros conocemos la imagen difundida por la iconografía cristiana que representa a Jesús en el camino hacia el Monte Calvario curvado bajo el peso de una Cruz Latina, formada por dos travesaños cruzados en ángulo recto. Si vemos al crucificado del Sudario debemos reconocer que la cruz no fue de forma latina.

El Santo Sudario - 5ª Parte

Los condenados a muerte no llevaban jamás una Cruz completa, pues estaban obligados a arrastrarse con el peso del brazo trasversal de la Cruz al Patíbulo, ya que el brazo más grande estaría clavado en la tierra, aguardando por él. El suplicio de sus manos: La fijación de las manos por las muñecas desde la cara interna hacia la externa era simple y habitual en todo verdugo experimentado y así ocurrió con la mano izquierda; en el examen del sudario permite ver huellas del pulgar envuelto hacia el interior de la mano. Por qué? Simplemente, porque cuando el clavo atravesó el espacio blando y los primeros tejidos flácidos de la muñeca, el pulgar se proyectó hacia adentro, alcanzando el nervio mediano; el sufrimiento provocado por esta brutal agresión genera dolores cuya intensidad es imposible de imaginar, puesto que el nervio mediano es nervio-motor y sensitivo. En el caso de la mano derecha, el clavo no penetró con el primer martillazo y pareciera que hubiese salido y entrado varias veces antes de fijarla al madero de la Cruz. Finalmente algunos científicos consideran que la muerte del crucificado del Sudario se produjo por asfixia, dada por posición forzada del cuerpo en que los músculos del pecho estaban en tensión extrema, estirados al máximo, manteniendo al cuerpo en una posición de aspiración forzada lo que le impedía la expulsión del aire viciado de los pulmones, más el agotamiento físico, crearon las condiciones extremas de muerte por asfixia.

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